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Cómo sobrevivir el crac financiero mundial

Discurso por Lyndon H. LaRouche
difundi
ó por la internet

24 de julio, 2001

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¿Quien es Lyndon LaRouche?

El economista y precandidato presidencial estadounidense Lyndon LaRouche dirigió el siguiente discurso a unas 250 personas reunidas simultáneamente en Washington y en las Naciones Unidas, en Nueva York, el 24 de julio pasado. El discurso se difundió simultáneamente por la internet.

Cómo sobrevivir el crac financiero mundial

El aspecto medular de la vigorosa exposición de LaRouche fue el conjunto de ideas y medidas que necesitan las naciones para sobrevivir al desmoronmainto del sistema financiero mundial. Ese fue también el asunto principal de las preguntas que le plantearon, por varias horas, diplomáticos de 25 países, funcionarios estadounidenses electos (retirados y en funciones), así como sindicalistas, médicos y activistas del Partido Demócrata.

A continuación, la exposición de LaRouche, más algunas de las preguntas planteadas y sus respuestas. Los subtítulos son nuestros.

Lyndon LaRouche: Nos encontramos en las profundidades de una crisis financiera sistémica tal que, si no estalla la guerra de aquí a fin de año, o si no hay asesinatos de elementos decisivos entre los líderes internacionales en este lapso, para fin de año, simple y sencillamente, el actual sistema financiero se habrá derrumbado. Y también el actual sistema monetario. No se puede evitar. Estamos al final del sistema. Lo que podemos hacer salvar la economía, a costa de sacrificar el sistema existente.

Lo que debemos hacer es parecido, en algunos aspectos, a lo que hizo Franklin Roosevelt entre 1932 y 1933, cuando compitió por la Presidencia, resultó electo e inició una recuperación general de las medidas de Calvin Coolidge y los de su tipo. Esto es, debemos retornar al principio del bienestar general, reconocer que el sistema se ha podrido, ha fracasado, produjo miseria; de continuar, no habría esperanza para la nación ni para el mundo. Por lo tanto, tenemos que retornar a principios que han funcionado anteriormente, como lo hizo Roosevelt. Y Roosevelt nos sacó adelante a lo largo de los treinta, y nos sacó adelante en los años de la guerra. Roosevelt tenía también un plan para la posguerra. Por desgracia, murió antes de que terminara la guerra, y, por lo tanto, lo que él hubiese hecho, en muchas partes, no se hizo.

Por ejemplo: Roosevelt estaba absolutamente resuelto, oficialmente, a eliminar, cuando terminaran las hostilidades, todo vestigio en este planeta de los colonialismos holandés, portugués, británico y francés. Pero murió, y eso no se hizo. Truman, junto con los amigos de Churchill, restauró el colonialismo. Los holandeses hicieron una guerra en lo que ahora llamamos Indonesia, para restaurar el colonialismo. Los británicos mandaron tropas japonesas a reocupar Indochina, para que se la guardaran a los franceses, para restaurar ahí el colonialismo. La intención de libertar a la India se pospuso por un año, con muy serias consecuencias. Y así por el estilo.

No obstante, lo que hizo Roosevelt continuó en la medida en que, en las relaciones entre los Estados Unidos, Europa occidental, Japón, y hasta cierto punto América Central y del Sur, etc, hubo un sistema de posguerra que funcionó. Se lo llamó sistema de Bretton Woods. Se basaba en tipos de cambio fijos; se basaba en el control de capitales; se basaba en el control del crédito; se basaba en el control de cambios; se basaba en el control financiero; se basaba en tasas de interés bajas, básicamente entre 1 y 2 por ciento de interés preferencial para los préstamos internacionales de largo plazo.

Con ese sistema, hasta mediados de los sesenta, Europa prosperó y, como resultado de ayudar a Europa, los Estados Unidos prosperaron. Algunas naciones de América Central y del Sur se beneficiaron significativamente de ese sistema, a pesar de los abusos que ocurrieron bajo su tutela.

El sistema posterior a 1967 no funciona

Sin embargo, después de la muerte de Kennedy, del asesinato de Kennedy, y luego de que comenzó la guerra de Vietnam y de que apareció el gobierno de Wilson en Inglaterra, se hicieron cambios en el sistema mundial que llevaron al desastre.

Se puede decir que, cuando menos en las relaciones entre América y Europa, América y Japón, durante ese período, funcionó, con todos sus defectos. Lo que también podemos decir es que, a partir de 1967, no ha funcionado. Por lo tanto, lo que tenemos es un sistema equivocado. Tuvimos un sistema que, de 1945, el final de la guerra, a mediados de los sesenta, funcionó para los que éramos parte del sistema. Hemos tenido desde 1967, cuando Harold Wilson abatió la libra, en noviembre de 1967, y desde que el dólar le siguió con la caída de marzo del año siguiente, desde entonces, hemos tenido un sistema que no funciona y que nunca ha funcionado.

En 1971, Nixon destruyó el sistema, optando por un sistema de tipos de cambio flotantes, en vez del sistema de tipos de cambio fijos. Con Carter, destruímos, en su mayor parte, todo lo que Nixon no había destruído. Y desde entonces, la economía estadounidense se ha venido abajo.

Por ejemplo, como ya lo mencionamos, si consideran ustedes las condiciones de vida del 80 por ciento de las familias estadounidenses de menores ingresos, las condiciones de vida hoy en día son mucho peores que en 1977. Desde que Carter llegó a presidente, hemos tenido, de manera sistemática, una tragedia, desde el punto de vista de las condiciones de vida de nuestro pueblo, en particular ese 80 por ciento de las familiias de menores ingresos.

Hemos perdido nuestros ferrocarriles. Hemos perdido nuestras redes de transporte. Hemos perdido nuestras industrias. Hemos perdido nuestras redes eléctricas. Hemos perdido nuestros servicios médicos. Hemos perdido nuestro sistema de salud, como resultado de la medida que introdujo Nixon, con la ayuda de Moynihan, a principios de los setenta, el sistema de las "orgnizaciones de mantenimiento de lsa salud", que destruyó al sistema Hill-Burton que tan bien nos funcionó. Así que nos han destruido, con medidas y con una filosofía de planificación que nos ha gobernado por 35 años.

Con la desintegración de la Unión Soviética, la gente de Washington y Nueva York y Londres concluyó que tenía una oportunidad, vía libre para gobernar y saquear al mundo. Y el ritmo de destrucción de la economía mundial se ha acelerado desde 1989. Lo que debió haber sido un triunfo de la cooperación entre dos sistemas que habían estado enfrentados y que tenían ahora la oportunidad de cooperar, se convirtió en un disparate.

Con este sistema no habrá recuperación

Así que no hay una crisis cíclica. No se trata de que el sistema tenga problemas, pero que cuando caiga, rebotará. No habrá recuperación de este sistema, con este sistema. En tanto que el FMI y sus directrices actuales sigan siendo los que manden, en tanto que sigan reinando las directrices actuales del gobierno estadounidense, en tanto que Wall Street y el sistema de la Reserva Federal sigan reinando, no habrá "subida" para nadie en los Estados Unidos, ni siquiera para George Bush, quien quizá no dure mucho de presidente. Quizá un día se hastíe de su incapacidad para funcionar y renuncie.

Ahora bien, parte del problema es que el sistema no es bueno. Hace mucho tiempo que no es bueno. Pero los sistemas económicos son cosas curiosas.

Por ejemplo, no se vienen abajo de golpe, en el momento en que se adoptan malas medidas. Por ejemplo, en lo que hace a las inversiones de largo plazo en infraestructura, desde el punto de vista de la política educativa. Toma toda una generación educar a un niño, hacer de un niño un adulto capaz. Toma toda una generación, unos 25 años más o menos, realizar a plenitud los beneficios de los programas de infraestructura. De 10 a 15 años, ver que un programa de inversión en la industria surta efecto y se pague. Así que no se ven inmediatamente los efectos de las medidas erróneas. Los efectos se ven más adelante, cuando pagamos las consecuencias de no haber hecho ciertas inversiones; cuando pagamos las consecuencias de haber permitido que ciertas industrias se hundieran. Cuando se permite que se hunda la agricultura, se pagan las consecuencias. Cuando la red ferroviaria se arruina porque no se le dio mantenimiento, cuando se arruinan las redes eléctricas porque no se les dio mantenimiento, todo en nombre de la desregulación.

Luego, más adelante, se pagan las consecuencias de las medidas erróneas que se adoptaron, hace 10, 15, 25 años. Y entonces, de repente, estamos frente a una crisis terrible. Y los insensatos dicen: "No se preocupen, se va a recuperar. Siempre hay un alza después de una caída. Siempre es así. ¡No hablen de una depresión, porque nos van a meter en una depresión! Aun si saben que el sistema se desmorona, ¡mientan! Digan que creen que se va a levantar. Porque quizá si dicen que lo creen con suficiente fuerza, quizá el sistema se levante". Tal es el tipo de locura que se oye estos días. Mentiras.

Pues bien, el sistema se acabó. Con el sistema actual, con las directrices actuales de los Estados Unidos, las directrices económicas; con nuestra política de infraestructura, con todas las medidas que ha propuesto el gobierno de Bush, esta nación se va ir al infierno, y la mayor parte del mundo también. Así que todo eso se tiene que cambiar súbitamente, y tenemos que retornar a los criterios que funcionaron. Porque no se pueden cambiar todas las cosas a la vez. Se tiene que tomar de la experiencia pasada lo que sí funcionó, y utilizarlo como modelo de las medidas que deseamos que se adopten rápidamente. Por eso digo que vamos a tener que retornar a un modelo de Bretton Woods del tipo que tuvimos de 1945 a mediados de los sesenta. Sólo que esta vez, en lugar de que sólo se involucren los Estados Unidos, América y Europa occidental, tenemos que involucrar a todo el mundo en un sistema de cooperación de ese tipo.

Ahora bien, tenemos una buena oportunidad. Como saben algunos de ustedes, acabo de estar en Rusia, invitado para ser el primer testigo en las audiencias de la Comisión Económica del parlamento ruso, la Duma, comisión que preside uno de los principales economistas de Rusia, Serguei Glaziev. Y ahí discutimos estas cuestiones, que hemos discutido en otras ocasiones.

Quizá han observado que el presidente de Rusia, [Vladimir] Putin, ha estado ocupado últimamente. Estuvo en China, donde negoció un nuevo acuerdo entre un grupo de naciones que se llama la Organización de Cooperación de Shanghai. Rusia, la India y China, con otros países, trabajan juntos para formar un nuevo sistema de cooperación en Eurasia. Rusia se esfuerza por entablar realciones con Europa oriental, Alemania, Italia, Francia, con socios de Europa, para crear una red por toda Eurasia, que incluya cosas como redes ferroviarios de levitación magnética, tarde o temprano, que enlacen Rotterdam, en los Países Bajos, con Shanghai.

Ya el gobierno chino se comprometió a construir una línea ferroviaria de levitación magnética de Shanghai al aeropuerto. Hay un plan similar entre Pequín, la capital de China, y su aeropuerto. Hay también la intención de extender esas líneas para conectar Shanghai con Pequín. Hay planes de construir grandes redes de transporte por toda Eurasia. Hay la intención de crear corredores de desarrollo, con el desarrollo de infraestructura en gran escala, por toda Eurasia. Japón negocia con Rusia para constuir un puente que vaya desde el interior de Rusia hasta las islas norteñas de Japón, las islas Sajalin, y al interior de Japón.

Tenemos la posibilidad, ahora, de conectar Pusan, la parte sureña de Corea, con el interior del Japón, sus islas principales. Si logramos la paz en el norte, como lo procura el presidente de Corea del Sur con Corea del Norte, no sólo se enlazarán entre sí las redes ferroviarias de Corea, sino que se conectarán con China y con la red ferroviaria transiberiana. Así que comenzarán a surgir redes de transporte y desarrollo a lo largo de esos corredores, desde el Océano Pacífico hasta el Océano Atlántico, a través de toda Eurasia.

En esta parte del mundo vive gran parte de la población mundial. China tiene ya quién sabe cuántos millones de habitantes, unos 1.200 ó 1.300 millones, cuando menos. India pasa ya de mil millones de personas. Paquistán es un país grande. Bangladesh es un país grande. Las naciones del Sudeste de Asia, ese grupo de diez países del Sudeste de Asia, planean cooperar. Japón está interesado en cooperar con las naciones del Sudeste de Asia. Corea quiere formar parte de esa cooperación. Y así, lo que está en preparación, [en] naciones como las que rodean el triángulo de la India, China y Rusia, es que hay sistemas de cooperación por toda Eurasia en proceso de construirse o ya establecidos, y por desarrollarse, lo cual transformará este planeta.

Un Nuevo Bretton Woods

Ahora bien, ¿qué quiere decir eso?

Si creamos un nuevo sistema de Bretton Woods, haciendo ese tipo de reforma, poemos salvar las economías. Pero necesitamos mucho crecimiento. ¿Cómo vamos a conseguir ese crecimiento?

Tenemos que fundar un sistema de crédito de bajo costo, de largo plazo, de tal modo que podamos producir, vender y distribuir a los países que necesitan tecnología avanzada para el desarrollo de sus pueblos, en el plazo de 25 años. Cosas así. Vamos a transformar a los países que ya van a la quiebra, como los Estados Unidos, como las naciones de Europa occidental, Alemania, Francia, Italia, naciones que van a la quiebra en Occidente... Los Estados Unidos son una nación en quiebra; no se engañen, no se crean lo que les dice O'Neill. O miente o no sabe lo que dice. La nación está en quiebra.

América del Sur. Observen lo que pasó ahí. No más recuerden cómo eran las cosas hace 10 ó 20 años. Piensen en las naciones de América Central y del Sur que ustedes tenían por naciones independientes y poderosas por sí mismas.

México, por ejemplo, ya no es el mismo. Panamá ya no existe. Ecuador no existe realmente; lo clausuraron; dicen que lo dolarizaron. Colombia está destruida. Venezuela está en camino de ser destruida. Al Perú lo marcaron para destruirlo, y lo empezaron a destruir desde antes de que Clinton dejara el cargo. Argentina se desintegra. Brasil está en la lista para desintegrarlo. Chile está a punto de un derrumbe financiero. Bolivia está en problemas. Paraguay y Uruguay, en grandes problemas.

Observen Africa. Africa es un caso de genocidio, tolerado por los Estados Unidos y conducido por los británicos y gente de los Estados Unidos. Es puro genocidio. No se trata de una equivocación. No se trata de guerras locales; ¡es genocidio intencional!

Por ejemplo: un ex presidente de los Estados Unidos, George Bush —el padre del Bush actual, en esa colección de árboles familiares—, en sociedad con el ex primer ministro de Canadá, estuvo involucrado con una firma llamada Barrick Gold. Ocupan una parte del Congo donde hay diamantes y un montón de oro. Saquean la zona, por lucro, y mantienen su saqueo con ejércitos privados. Por toda Africa, ejércitos privados, propiedad de grandes compañías multinacionales que incluyen figuras de la Mancomunidad Británica, como Mulroney, o figuras estadounidenses como Bush, están empeñados en un genocidio deliberado en contra de los pueblos de Africa, con el propósito de sacar ganancia con el robo de sus materias primas y reducir la población. Esa es la situación.

Así que tenemos un mundo podrido. Pero hay en China toda esa gente que desea crecer, que necesita crecer. Necesita desarrollo de la infraestructura, necesita tecnología. [China] tiene algo de tecnología, tiene alguna buena tecnología. Pero necesita más, porque tiene mucha gente, y mucha gente pobre, y muchas regiones del interior que necesitan desarrollo. India es un caso un tanto diferente, pero tiene necesidades semejantes. Africa... Podríamos hacer algo al respecto, si tuviésemos algo en marcha en Eurasia. Yo he tenido planes al respecto por años. Son planes que funcionarán, y pueden funcionar, si se le da una oportunidad a Africa.

Lo que nosotros tenemos que hacer —además de crear un sistema que funcione, como el antiguo sistema de Bretton Woods de 1945 a mediados de los sesenta— es tener un programa, un programa de desarrollo, un programa de desarrollo económico, del tipo que Franklin Roosevelt representó en su época. Tenemos que asumir una misión —digamos, un período de 25 años— y tenemos que decir: ¿qué vamos a hacer por la humanidad durante la generación venidera de 25 años? Lo que debemos decir es: vamos a reconstruir nuestras industrias para producir el tipo de productos que se necesitan en partes del mundo que necesitan el tipo de cosas que debemos producir. Y vamos a crear un sistema de crédito, no para prestar dinero, sino crédito, con el que puedan venir a nuestra tienda, y mediante crédito, comprar lo que necesiten hoy para construir un futuro mañana.

Esa relación puede ser el seguro de la próxima generación de nuestro pueblo. Pasa lo mismo con Europa, Europa occidental. Rusia está en medio. Rusia es una nación peculiar. Es la única nación en el mundo que es de veras eurasiática. Es decir, desde que los rusos se libertaron, en el siglo 15, de los últimos vestigios de la ocupación mongólica, Rusia se volvió, por un lado, una nación europea, pero también asiática. Es la típica nación eurasiática.

Esta nación tiene varios vínculos con el Sudeste de Asia, Asia del Sur. Primero, ocupa una región media de Asia, muy poco desarrollada, pero que cuenta con enormes recursos. Tiene recursos hidráulicos, subexplotados. Si hacemos una conexión desde Europa, mediante vías férreas y otros vínculos, a través de Eurasia hasta China, la India, Japón, etcétera, quiere decir que habremos abierto al desarrollo el último verdadero gran territorio inconquistado.

Es una región rica en recursos naturales, pero éstos no son ricos a menos que se pueda explotarlos. Para explotar los recursos naturales hace falta infraestructura. Hace falta la tecnología. Con la cooperación entre Europa occidental, Rusia, China, la India y otros países de Asia, podemos hacer eso. Y los Estados Unidos deberían ser un socio importante en ese tipo de esfuerzos. Y con ese tipo de esfuerzo por parte de los Estados Unidos, en cooperación con las naciones de Eurasia, tendremos el poder, el poder económico en este planeta, para llevar la justicia a regiones como Africa y reconstruir América Central y del Sur.

Ese debe ser nuestro programa.

¿Por qué no un presidente calificado?

Ahora bien, el problema actual es doble. Primero que nada, tenemos un gobierno que no funciona. Parece que no somos capaces de elegir presidentes que valgan la pena, recientemente. Tuvimos la disyuntiva de Gore o Bush, y ambas opciones eran un desastre, de diferente modo, pero desastre al fin, puro desastre.

¿Por qué no podemos escoger para presidente una persona calificada para la tarea? ¿Por qué no podemos seleccionar para presidente a alguien que no trate de agradar a las "clases medias", que ahora van a la bancarrota porque sus inversiones en la internet se derrumban? ¿Por qué no tenemos un presidente que satisfaga las necesidades de todo el pueblo y su posteridad? ¿Por qué no escogemos a uno con ese criterio, uno que esté comprometido con toda la gente y su posteridad, con la nación, uno que sea competente para la tarea? ¿Por qué seguimos escogierno gente dedicada a propósitos erróneos, dedicada a un interés particular, no a la nación en su conjunto, y gente que ni siquiera es competente para hacer una labor incompetente?

Lo que ha pasado es lo siguiente: Los gobiernos de Europa occidental no son muy buenos estos días. No son como De Gaulle; no son gente firme, como Adenauer, el de Alemania, o la gente que teníamos en Italia y demás. Son gobiernos bien pobres. Quizá no tan malos como el que tenemos en la actualidad en Washington, el presidente que tenemos en Washington en la actualidad, pero son bastante malos.

Una de las cosas que le molesta al mundo, y que amenaza al mundo, es que no sólo tenemos una crisis, sino que tenemos ahora una situación peor que si esta crisis hubiese azotado cuando Clinton todavía era presidente. Sean francos en esto. Se pueden tener críticas de Bill Clinton. Pero cuando Bill Clinton y Bob Rubin, su secretario de Hacienda, estaban en el cargo, si una crisis azotaba al mundo y a la nación, como la crisis que azota a los Estados Unidos ahora mismo... Y nos encontramos en la fase del hundimiento, no se engañen. No va a haber recuperación. No hay recuperación a la vista con las directrices presentes; nunca ocurrirá. Podemos tener una recuperación, pero van a tener que cambiar las directrices.

Pero con Clinton y Bob Rubin... Quizá no hubieran tenido la capacidad o la voluntad de tomar las medidas necesarias para bregar con el problema, pero al menos hubiésemos tenido alguien al frente que hubiese respondido al hecho de que tenemos una crisis. Quizá hubieran hecho un desbarajuste, pero al menos le hubieran hecho la lucha. Y la gente hubiese sentido que hay alguien en la Casa Blanca con los sesos para reconocer el problema y que al menos iba a tratar de hacer algo al respecto.

Estamos ahora en esta situación: la peor crisis financiera de la historia estadounidense moderna, peor que cualquier cosa por la que hayamos pasado en el siglo 20, y ahí está O'Neill, el hombre de Bush, diciendo que "no vamos a hacer nada al respecto". Bush, el hombre más subdesestimado en la Casa Blanca, dice: "No vamos a hacer nada al respecto. Simplemente vamos a seguir con nuestro programa. Nos vamos a aferrar a nuestro programa". Y Europa responde del mismo modo.

En cierto sentido, tienen ustedes la nación más poderosa del planeta, los Estados Unidos, y el presidente no vale un cacahuate.

Ahora bien, esto no es una mera acusación a la Presidencia [de los Estados Unidos]; es un problema para el mundo. El mundo tiene problemas para trabajar en armonía. Los Estados Unidos han sido una potencia dominante en el mundo por algún tiempo, en especial desde la Segunda Guerra Mundial. El mundo busca a los Estados Unidos como a un socio dispuesto a hablar de los problemas comunes de las naciones, y espera que los Estados Unidos respondan, con cierto grado de entendimiento y competencia, al hecho de está en marcha una crisis. Y que hagan algo al respecto. Y tenemos ahora una Presidencia que no le importa. Simple y llanamente no le importa. Y si le importara, probablemente sería peor, porque no sabe qué hacer y probablemente haría algo erróneo.

Lo cual desmoraliza al mundo. Nos vemos en una situación muy peligrosa. Como dije antes, si estalla una guerra, o si matan a uno de varios líderes claves de las naciones del mundo, si lo asesinan, en las semanas y meses venideros, podrían sobrevenir una situación incalculable en el mundo, en la que no se podría decir exactamente qué iría a pasar.

El G-8 no hizo nada importante

Por ejemplo, ahora mismo, Ariel Sharon, el actual dictador de Israel, está determinado a hacer estallar una guerra en el Oriente Medio. No es que haya un motivo. Es que él tiene el plan de hacer la guerra, un plan de matar gente. Y detrás de Sharon hay otros que, si él fuese asesinado, resultarían mucho peores. Son peores. Temo incluso que Sharon podría ser asesinado, en cuyo caso se desataría en el Oriente Medio algo peor que Sharon.

¿Qué les parece? Ahí tienen a todas esas naciones de Europa. Tienen al gobierno de los Estados Unidos. ¿No pueden hacer algo para influir a los israelíes para que no vayan a hacer esa guerra? No George Bush. No George Bush. No lo haría. Pudiera hacer un poco de ruidos, pero no va a hacer nada. Tuvieron una discusión en la reunión del mentado G-8 en Génova, donde estuvieron estos personajes flotando en un barco mientras había disturbios en la ciudad. No hicieron nada. Dijeron que iban a hacer algo. Pero no hicieron nada. Simplemente vieron los disturbios y dijeron que quizá ya no harán más reuniones de ésas.

Esa es la situación. Tenemos la sensación de que el mundo se va al infierno, y que nadie está al mando.

Así que la cuestión es en qué parte de los Estados Unidos vamos a encontrar a alguien que represente el papel que los Estados Unidos deben desempeñar. Ocurren cosas muy buenas en el mundo. He estado metido en eso. He hablado con personas de otros países, en muchas partes del mundo, personas influyentes, personas que formulan y definen la política. Tenemos planes que pueden ser aceptados y que funcionarán. Tiene que haber alguien en los Estados Unidos que represente esos planes —olvídense de quién sea presidente ahora mismo—, alguien que represente esos planes en torno a los cuales se pueda unificar al pueblo de los Estados Unidos y hacer que diga: "Los Estados Unidos necesitan esta política". Y que se lo diga a la gente de Europa, que se lo diga a la gente de Rusia, que se lo diga a la gente de China, etcétera.

En esas condiciones, podemos llegar a acuerdos. Por ejemplo, el nuevo sistema de Bretton Woods. Importantes políticos de Italia, miembros del gobierno, senadores y diputados, me han respaldado, pública e internacionalmente, con relación a una resolución para que tengamos un nuevo sistema de Bretton Woods, es decir, la vuelta al viejo sistema de Bretton Woods o algo parecido. Eso existe. Pero necesitamos algo en los Estados Unidos.

Hay muchos demócratas, como dirigentes, a quienes yo respeto como personas. Pero no cumplen su tarea ahora mismo. El Partido Demócrata no tiene un liderato claro. Cuando el senador Lieberman, que fue el candidato a vicepresidente con Gore, en medio de la mayor crisis económica que hayan enfrentado los Estados Unidos, dice que "no es la economía, es la cultura; nos tenemos que unir a la Mayoría Moral", lo que dice, de hecho... Cuando los demócratas se alinean tras esa clase de liderato, uno dice, nadie le presta atención a la realidad. No hay liderato.

Tuvimos un pleito por esto, y todavía sigue, con relación al Hospital General de Washington. Se destruye sistemáticamente el sistema de salubridad de los Estados Unidos. Eso quiere decir que ¡se mata gente! Si matan el sistema de salubridad, si cierran los hospitales, si hacen lo que se ha hecho con las "organizaciones de mantenimiento de lsa salud", ¡matan gente! ¡Matan estadounidenses! Sistemática y calculadamente. No digan que es una buena estrategia. No digan que es necesario para el libre comercio, o esto o aquello. ¡Es asesinato! Y lo vienen cometiendo.

A los estadounidenses no les gusta eso. Obtuvimos mucho respaldo para el Hospital de Washington. No ganamos a miembros del Senado, a otros miembros del congreso, que apoyaron, demócratas y otros. Y luego, de repente, ¡se echaron para atrás! Y dejaron al Hospital de Washington en el aire, diciendo: "Bueno, eso ya es caso cerrado. No podemos hacer nada". Y como resultado de eso, ¡muere gente!

Ahora bien, tengo en gran consideración personal a muchos de estos demócratas que se echaron para atrás. ¡Pero no ejercen liderazgo! Liderazgo no significa esperar a salir electo presidente para dirigir al pueblo. Liderazgo significa tomar el asunto y movilizar al pueblo, movilizar a los políticos, a otros, como fuerza política para hacer que nuestro gobierno asuma las acciones que debe asumir.

El gobierno es el liderato del pueblo. Viene del liderato del pueblo, y esa es nuestra posición.


¿Una guerra para detener al Puente Terrestre Eurasiático?

Ahora bien, ¿cuál es el peligro, el mayor peligro en este momento?

Primero que nada, si lo que he propuesto no se hace, les puedo garantizar que o vamos a estar en guerra para fin de año o van a ver una depresión mucho peor de lo que la mayoría de ustedes creen posible, una depresión económica, y caos.

Pero hay algo peor que eso. Repasemos nuevamente la situación de Israel. No traten de entender el problema en Israel y el Oriente Medio desde el punto de vista de los israelíes o de los árabes. Ahí no está el problema. Los israelíes son los israelíes y los árabes son los árabes. Pero ellos no son la causa del gran peligro de que pueda surgir una guerra en el Oriente Medio.

El problema es éste. Llamémoslo "los cañones de agosto". Si recuerdan, en el siglo 20, en agosto de 1914, comenzó una gran guerra, una guerra que se podía ver que venía, que fue planeada por la mayoría de las grandes potencias. El primer planificador de la guerra fue la Gran Bretaña; la monarquía británica planeó la Primera Guerra Mundial. No los alemanes, la monarquía británica. La monarquía británica llegó a un acuerdo con los franceses, llegó a un acuerdo con los rusos, y desató algunas guerras en los Balcanes para calentar la situación, e inició la Primera Guerra Mundial, para detener la cooperación económica en Eurasia.

Fue una guerra horrible, y Europa nunca se ha recuperado plenamente de los efectos de esa guerra, hasta la fecha.

Luego, en agosto de 1939, cuando se acercaba el primero de septiembre, la Wehrmacht, bajo Hitler, procedió a iniciar la Segunda Guerra Mundial, que fue otra guerra geopolítica, para destruir la posiblidad de cooperación en Eurasia.

Ahora tenemos la posibilidad de cooperación en Eurasia. Observen los acuerdos que yo he visto, que algunos de ustedes deben haber visto, los acuerdos entre China, discusiones con Japón, India y demás, Rusia, otras naciones, y verán que hay ahora un impulso de cooperación en obras de gran escala y proyectos de comercio, que van a levantar a Eurasia, lo cual iniciará de veras una recuperacion económica mundial. Alguien quiere detenerla. Ahora se acerca agosto. Por varios motivos, agosto es un buen mes para iniciar una guerra, en Eurasia. Y estamos al borde de una guerra.

La guerra no viene de los israelíes. La guerra ciertamente no viene de los árabes, que no quieren ninguna guerra. La guerra es orquestada por gente principalmente del Reino Unido, Australia y los Estados Unidos. Aquí hay gente que dice, si nosotros no.... El único modo... Recuerden, Zbigniew Brzezinski es una de esas personas. Brzezinski ha dicho, la única manera de impedir que China, Rusia, la India y demás cooperen en el desarrollo económico eurasiático, es ¿haciendo qué? Es iniciando una guerra entre el islam y Occidente. ¿Y cómo desatar esa guerra? Iniciando una guerra religiosa en el Oriente Medio.

Es decir, si estalla la guerra en el Oriente Medio, como está a punto de estallar —pudiere estallar el domingo—, si estalla esa guerra, y supongamos que Sharon sea asesinado por algún loco israelí en el proceso y que culpen a algunos árabes, entonces el loco que tomare el mando al calor de la batalla en Israel, no titubeará en usar armas de destrucción en gran escala en contra de determinadas ciudades, como Damasco, Bagdad y Teherán, que ya están escogidas.

Si eso ocurriere, y si ocurriere en circunstancias de una toma israelí del sitio de la mezquita de Jerusalén, habría una guerra religiosa general, cuyas repercusiones sacudirían a toda Eurasia, y que podría destruir a Eurasia y llevar a resultados incalculables. Hay gente en posiciones de mucho poder en el Reino Unido, y en posiciones de mucho poder en los Estados Unidos, que quiere que eso ocurra. Entre esas personas figura Zbigniew Brzezinski, quien repetidamente ha declarado su posición al respecto.

Por lo tanto, lo que se necesita en este momento es que necesitamos un movimiento por liderazgo dentro de los Estados Unidos, que diga: "No vamos a tolerar eso en los Estados Unidos". Gente que no vaya a esquirolear como en la pelea por el Hospital General de Washington. Gente que no vaya a esquirolear como en la cuestión de ponerle topes a los precios de la energía. Que no vaya a esquirolear en la pelea para restaurar el sistema regulado de distribución de energía en interés del bienestar general.

Les aseguro que si en los Estados Unidos surge un movimiento en torno a esa idea, tendrá apoyo de otras partes del mundo, y si los Estados Unidos le ponen algo de fuerza política en serio a la determinación de evitar esa guerra, se puede parar. Los cañones de agosto se pueden detener.

Observen la historia de la civilización europea durante mi vida, lo cual es significativo. Hemos tenido dos guerras mundiales que casi destruyeron a la civiliación en ambos casos. Ahora estamos en una situación en la que la economía mundial ha sido destruida. La economía de los Estados Unidos ha sido destruida en general, por el método que opera ahora. Las economías de Europa, destruidas; la de América del Sur, América Central, destruidas o en destrucción. La civilización está en peligro. Y hora venimos de nuevo a la situación en que se acerca agosto, y la amenaza de una nueva guerra, esta vez una guerra religiosa quizá, está a apunto de estallar.

Ya es tiempo de que en los Estados Unidos algunos den un paso al frente conmigo y digan: "No vamos a dejar que eso ocurra".

Y yo creo que si el pueblo estadounidense ve el tipo de liderazgo que no capitula —como capitularon muchos buenos demócratas con el Hospital General de Washington, como muchos buenos demócratas capitularon ante la anulación de la Ley de Derechos Electorales de 1965, como lo hicieron en 2000—, el mundo pondrá atención. Y yo conozco al mundo: va a poner atención. Y siento mucha presión de varias partes del mundo, sobre mí personalmente: "Por favor, haga algo con su país"; y apelo a ustedes ahora mismo, para que me ayuden a hacerlo.

Gracias.



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