por William F.
Wertz, Jr.
Esta
es la segunda entrega de nuestra serie sobre el sinarquismo en
México.
Ya desde
1934 Hitler empezó a concentrarse en México como la clave de su
estrategia para Iberoamérica. Según Hermann Rauschning, un
político nazi que quedó desilusionado con Hitler y huyó a
Suiza en 1936, Hitler estaba convencido de que México era “el mejor
y más rico país del mundo, con la población más
perezosa y despreocupada que haya sobre la faz de la tierra. . .
México es un país que pide a gritos un amo capaz. Su gobierno lo
está arruinando. Con el tesoro del suelo mexicano ¡Alemania
podría ser rica y grandiosa! ¿Por qué no acometemos esta
tarea?. . . Podrías comprar a este México por un par de
cientos de millones”.
Hitler
creía que podía tomar a Iberoamérica, no con
ejércitos invasores, sino más bien mediante la subversión.
“Crearemos una nueva Alemania ahí [en Sudamérica].
Ahí encontraremos todo lo que necesitamos. . . No
desembarcaremos tropas como Guillermo el Conquistador conquistando Brasil por la
fuerza de las armas. Nuestras armas son invisibles”.
Había
un número importante de colonias en varias naciones iberoamericanas que
los nazis organizaron. Sin embargo, con todo lo importantes que estas colonias
pudieran ser para los propósitos de Hitler, él y su
reichsmarschall Hermann Göring pronto reconocieron que, dadas las
diferencias culturales y de idioma entre la Alemania nazi e Iberoamérica,
la única forma de tener éxito era trabajando a través de
España. Como escribió Göring en su periódico, el
National–Zeitung de Essen: “España es la clave de los
dos continentes. Sólo la victoria final de España puede preservar
las verdaderas tradiciones y la cultura españolas de los países
hispanoamericanos”.
En 1934
Hitler llamó al general Wilhelm von Faupel a la Cancillería en
Berlín, y lo nombró jefe del Instituto Iberoamericano de
Berlín. Von Faupel era conocido como el “general I.G.”, en
referencia al hecho de que entre sus mecenas estaban Georg von Schnitzler,
miembro de la directiva de la empresa química alemana I.G. Farben; Fritz
Thyssen, el industrial Alemán que devino en el principal apoyo financiero
de Adolfo Hitler y del partido nazi; el banquero simpatizante de Hitler, el
barón Kurt von Schröder; y Franz von Papen. Como ex canciller del
Reich, Von Papen promovió el ascenso de Hitler al poder luego de reunirse
con éste en la casa de Von Schröder en Colonia.
Von
Faupel ya tenía buena experiencia en Iberoamérica. En 1911
entró al cuerpo docente del Colegio de Guerra de Argentina en Buenos
Aires; en 1921, después de la Primera Guerra Mundial, fue el asesor
militar del inspector general del Ejército argentino; en 1926 tuvo un
alto puesto en el Ejército brasileño, y luego, en 1926, fue
inspector general del Ejército peruano.
Los nazis
advirtieron que para poder dominar a Iberoamérica a través de
España, tenían que aplastar a la república española.
Así, el Tercer Reich conspiró con oficiales del Ejército
español para llevar al general Francisco Franco al poder en 1936, usando
a la Falange de José Antonio Primo de Rivera como su base de operaciones
en España, y como el vehículo para penetrar a Iberoamérica.
La Falange Exterior —una división hispanoparlante de la
Organización del Exterior del partido nazi alemán— fue
creada con este propósito.
Bajo la
supervisión nazi, la Falange nació en México a semanas de
que empezara la Guerra Civil española. La Falange oficial en
México tenía 50.000 miembros. En julio de 1941 Eulogio Celorio
Sordo fue enviado de España como jefe provisional de la Falange
uniformada en México. Algunos dirigentes militares españoles de la
Falange en México fueron el mayor Carril Ontano, a quien Von Faupel
envió a México casi un año antes del ataque a Pearl Harbor;
el mayor Francisco Garay Unzuenta; y el capitán Carlos Aravilla. Las
órdenes venían del general Mora Figueroa, jefe de la Falange
Española y ministro del Gabinete español.
Según
un informe desclasificado de la inteligencia estadounidense fechado el 9 de
marzo de 1942, la persona que hacía de jefe militar de la Falange antes
de Ontano era Hans Hellerman. Este informe es importante porque identifica de
forma concreta la participación de Von Faupel y de su Instituto
Iberoamericano de Berlín, la forma en que los nazis y la Falange
trabajaron de la mano en México, así como el entrenamiento militar
que le dieron a algunos mexicanos. El informe decía que “sabemos de
buena fuente que [Hellerman] es un director de la Gestapo en México. Su
especialidad es el entrenamiento de tropas de asalto y se sabe que viene
participando en el entrenamiento de tropas de choque para la Falange
Española en México.
“Hay
informes de que Hans Hellerman no sólo trabaja como agente de espionaje
nazi, sino también como instructor militar de la juventud falangista, [y
de que] asiste a sus reuniones y conferencias sobre temas de naturaleza
política. Hay quienes afirman que existe la posibilidad de que Hellerman
reciba sus órdenes desde el Instituto Iberoamericano De Berlín, el
cual está bajo la dirección de D. von Faupel. Esta
organización fue creada con el propósito expreso de penetrar en
Latinoamérica.
“Los
informes son que, antes de su llegada al Hemisferio Occidental, Hellerman era un
jefe del partido nazi en España”.
“Un
informante confidencial ha afirmado que Hellerman encabezaba el NSDAP [partido
nazi] en España en 1936, y que antes de eso encabezaba al grupo nazi
local de Barcelona. Su ingreso al partido nazi en España tuvo lugar en
1933”.
Cárdenas
contraataca: la batalla por el patrimonio petrolero de México
El
período crucial de la historia mexicana en el cual floreció la
Unión Nacional Sinarquista (UNS) fue durante la presidencia del general
Lázaro Cárdenas (del 30 de noviembre de 1934 hasta 1940).
Éste fue el período en el que Hitler consolidó su poder en
la Alemania nazi, y que luego apoyó al general Franco en la Guerra Civil
española con el objetivo de usar a la Falange Española para tomar
Iberoamérica y las Filipinas. Bajo Cárdenas, México fue la
única nación de las Américas que apoyó a la
república española contra la insurgencia de Franco en
España.
Cárdenas
estaba decidido a cumplir los objetivos de la Revolución Mexicana de 1910
y de la Constitución de 1917, que consistían en establecer a
México como un Estado nacional soberano en control de sus propios
recursos, incluido su petróleo, y en liberarse del dominio de la
facción feudal de la Iglesia católica. Así, durante su
régimen continuó la batalla de ya casi 20 años contra las
empresas petroleras extranjeras, basándose en el principio de la
Constitución mexicana de que la riqueza del subsuelo mexicano le
pertenece a los mexicanos. Cárdenas también emprendió una
reforma agraria. Expropió muchas propiedades feudales y haciendas, y
repartió la tierra entre los campesinos desposeídos.
También se abocó a brindarle educación pública al
pobre México rural.
Por estas
políticas, a Cárdenas lo acusaron falsamente de ser comunista, y
los fascistas anticomunistas empezaron a organizar en su contra.
El 18 de
noviembre de 1936 México aprobó una ley de expropiación
“por razones de bienestar nacional”. Primero fue aplicada a los
Ferrocarriles Nacionales, pero en 1937 Cárdenas creó la
Administración General del Petróleo Nacional para administrar las
propiedades gubernamentales. Es claro que éste fue el primer paso en
dirección a la subsiguiente expropiación de las petroleras
extranjeras.
A
principios de noviembre de 1937 un portavoz de las petroleras extranjeras dijo
que la decisión de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje
del gobierno, de que las empresas petroleras debían pagar 26 millones de
pesos en incrementos salariales a los trabajadores petroleros mexicanos, los
obligaría a cesar sus operaciones.
Cárdenas
aún no estaba listo para avanzar, y quizás todavía esperaba
que las petroleras respetarían la decisión, de modo que el 14 de
noviembre México le dio a Gran Bretaña una gran concesión
en la zona rica en petróleo de Poza Rica. Para esto, Gran Bretaña
ya controlaba 59% del petróleo mexicano
Entonces,
el 1 de marzo de 1938 la Suprema Corte de Justicia de México
confirmó los hallazgos de la junta de arbitraje. Fue cuando las
petroleras extranjeras impidieron que dicha decisión entrara en vigor,
que vino la expropiación el 18 de marzo de 1938. La antigua ley
española que establecía que toda la riqueza del subsuelo
pertenecía a la nación, estuvo en vigor en México hasta
1884. Pero luego el Gobierno de Porfirio Díaz aprobó leyes que
vinculaban la propiedad del subsuelo con la de la superficie,
permitiéndole a las empresas extranjeras tomar control del
petróleo mexicano. La mayoría de las concesiones petroleras a
extranjeros fueron otorgadas entre 1905 y 1917. Pero en 1917 la
Constitución regresó al concepto español original. No
obstante, la Constitución de 1917 no pudo hacerse valer de inmediato por
el poder que tenían dichas empresas, las cuales operaban en alianza con
el elemento reaccionario de la Iglesia católica para incitar a la
rebelión cristera de 1926–29, con el fin de derrocar al Gobierno
mexicano.
La
reacción a la expropiación fue instantánea: la Royal Dutch
Shell y la Standard Oil Company le impusieron un boicot a México, y el
general Saturnino Cedillo inició una revuelta militar contra
Cárdenas, contando con el respaldado de las petroleras
extranjeras.
El 13 de
mayo de 1938 México rompió relaciones con Gran Bretaña, y
sólo las reanudó hasta enero de 1942.
Durante
su gobierno, que coincidió con el de Franklin D. Roosevelt en los Estados
Unidos, Cárdenas contó con la inspiración del Nuevo Trato
de Roosevelt, y confió en que éste cumpliría con su
“política del buen vecino” (ver recuadro), que enunció
en diciembre de 1932. Aunque Roosevelt no pudo evitar la imposición de
ciertas medidas contra México por presión de las empresas
petroleras, los EU no intervinieron. Como veremos, en noviembre de 1941, tras el
Gobierno de Cárdenas, Roosevelt reafirmó la promesa de su
política del buen vecino cuando México y los EU firmaron un
acuerdo de buena vecindad, que reconocía la soberanía de
México sobre la riqueza de su subsuelo.
Sin
embargo, antes de que esto entrara en vigor, una de las consecuencias más
terribles del boicot de la Royal Dutch Shell y la Standard Oil Company fue que
México tuvo que venderle su petróleo a las potencias del Eje,
entre ellas a la Alemania nazi, a la Italia fascista y a Japón, lo cual
lo dejó indefenso ante una intensificación de la actividad
subversiva del Eje. Como informó Betty Kirk, una periodista
estadounidense con vínculos estrechos con el Gobierno de Lázaro
Cárdenas: “El mayor consumidor de petróleo mexicano desde la
expropiación hasta que estalló la guerra fue Alemania, que
consumía el 50%. Italia tomó la mitad del resto. Es más,
Alemania envió a México al doctor Joachim Herstlet, el segundo de
a bordo en el Ministerio de Economía de Hitler, para fomentar los
acuerdos aquí. Incluso el hermano del doctor Hjalmar Schacht, el viejo
jefe del Reichsbank, hizo una visita a México durante el apogeo
nazi”.
La
ironía fue que tanto la Standard Oil de Nueva Jersey —controlada
por los Rockefeller— como la Royal Dutch Shell también le
surtían petróleo a los nazis, y trabajaron muy de cerca con el
propio I.G. Farben al que Von Faupel le debía su trabajo en el Instituto
Iberoamericano de Berlín. La Standard Oil también abasteció
a los japoneses. Aun después del ataque contra Pearl Harbor, la Standard
Oil le enviaba petróleo a la España fascista, la cual a su vez lo
transfería a los nazis.
Cuando la
Standard Oil y la Royal Dutch Shell emprendieron el boicot contra México,
Alemania recibió el petróleo mexicano a través de la Davis
Oil Company de William Rhodes Davis, quien tenía conexiones propias con
Göring y Himmler, y quien, con el respaldo de I.G. Farben y Kurt von
Schröder, recibió apoyo financiero del Reichsbank de Hjalmar
Schacht.
Charles
Higham escribió en Comerciando con el enemigo, que economistas
tales como el doctor Joachim Herstlet hicieron acuerdos “para que Davis
surtiera de combustible a la Armada alemana, mientras que Standard Oil
abastecía a la Fuerza Aérea”.
El 12 de
febrero de 1940 la embajada de los EU en la Ciudad de México
informó que la Texas Oil de Arizona estaba coludida con grupos petroleros
afiliados, entre ellos la Davis Oil Company, en el contrabando de armas hacia
México en apoyo a un posible golpe militar del candidato presidencial
mexicano que tenía el respaldo nazi, Juan Almazán, en caso de que
lo derrotaran en las elecciones.
México
condenó todas las agresiones que cometieron las potencias del Eje,
rehusó reconocer a cualquiera de los gobiernos títeres impuestos
por ellos en las naciones ocupadas, y fue el único gobierno americano en
auxiliar a la república española. Pero el boicot petrolero
había hecho a México vulnerable a la penetración de agentes
enemigos que querían emprender una “contrarrevolución
mexicana” para usar a México en contra de los EU, en caso de que
éstos entraran a la guerra.
La
‘reconquista espiritual’ nazi de Latinoamérica
Betty
Kirk escribió en 1941 que el general Franco había anunciado que la
política exterior de España estaría dedicada a la
“reconquista espiritual de Latinoamérica”. Lo que Franco
quería decir con “espiritual”, era en realidad la conquista
mundial nazi. El lema de Franco era: una raza, un idioma, una cultura y una
religión; sin importarle que la religión católica profesa
la universalidad y que, por tanto, no está limitada a una raza, a un
lenguaje o a una cultura.
El 8 de
octubre de 1938 Hitler y Franco firmaron un pacto que le daba a los nazis el
poder de dirigir la política nacional e internacional de
España.
La
Gestapo entrenó a los fascistas españoles para que trabajaran para
el Eje en Iberoamérica. Había escuelas para los españoles
en Hamburgo, Brema, Hannover y Viena. A los graduados los comisionaban como
oficiales del Servicio de Investigación Militar del Ejército
español (SIM). A Alberto Mercado Flores, un oficial falangista veterano,
lo enviaron a comandar las operaciones del SIM en México.
El
artículo “Puentes a través del Atlántico”,
publicado en el Deutsche Allgemeine Zeitung del 3 de diciembre de 1939,
denunció que el modelo para venderle el anticristianismo de Hitler y sus
nazis al mundo hispanoparlante, era el del Sacro Imperio Romano de Carlos V de
Habsburgo, el nieto austríaco de la reina Isabel y del rey Fernando,
quien también era Rey de España. El artículo dice:
“La historia y la cultura han soldado los lazos que hay entre Alemania y
los países iberoamericanos. Estos lazos se ven fortalecidos ahora por el
Instituto Iberoamericano de Berlín. Este instituto estrecha aun
más las relaciones entre los científicos, artistas, educadores y
arquitectos alemanes y sudamericanos. . .
“Los
Estados Unidos de América, a juzgar por su actitud política,
parecen estar muy ligados al anglosajonismo a través de los
océanos. . .
“España,
Sudamérica y Alemania siguen, desde los días de Carlos V, sus
propios caminos diferentes. Pero siempre concurren en la tarea común de
la civilización”.
El
artículo, que felicita al general Franco en ocasión de su obsequio
del retrato de Tiziano del emperador Carlos V al Instituto Iberoamericano de
Berlín, continúa:
“Los
conquistadores y los misioneros que trajeron una cultura muy desarrollada a
Sudamérica, han sembrado las semillas de la unidad espiritual que, como
señala el general Franco, unen —en un plano imperial— a
Sudamérica con España. El gesto del general Franco de donar el
retrato del emperador Carlos V fue simbólico: este príncipe
unió bajo su cetro a la comunidad de naciones
iberoamericanas”.
Antes del
ataque contra Pearl Harbor, los nazis incluso trataron de presentar a Hitler
como el protector del catolicismo, en la propaganda que distribuyeron o que
pretendieron distribuir en Iberoamérica. El 12 de diciembre de 1940, el
Día de la Virgen de Guadalupe en México, se repartió un
volante con la imagen de la Virgen por un lado, y por el otro con una
declaración afirmando que Hitler era el protector del catolicismo. El
volante continuaba en la tradición antisemita de la Inquisición
española, diciendo que Hitler perseguía a los judíos porque
habían sacrificado a Jesucristo en Palestina.
Luego, a
fines de enero de 1941, quedó al descubierto que había una mayor
coordinación entre la propaganda nazi y la falangista, cuando un crucero
británico detuvo un barco en medio del Pacífico
confiscándole toneladas de propaganda en español en la que Hitler
aparecía como el nuevo defensor de la fe católica. La propaganda
decía que los nazis en realidad pretendían restaurar el
catolicismo, y bien decía que la victoria de Franco era obra de Hitler.
Esto venía acompañado de fotos de Hitler estrechando la mano de
curas católicos españoles. También presentaba a Inglaterra
como un “país judío–protestante”.
En 1941
la labor de Von Faupel y del Instituto Iberoamericano quedó aun
más al descubierto en un informe que emitió la Comisión
Investigadora de Actividades Antiargentinas (es decir, las del Eje) la cual fue
creada por el Congreso argentino. El Informe Taborda del presidente de la
comisión, el diputado Raúl Damonte Taborda, decía que el
verdadero objetivo del Instituto Iberoamericano, por una parte, era que los
alemanes reforzaran sus “minorías arias” con alemanes
emigrados, y por la otra, exaltar los sentimientos nacionalistas de las masas de
origen hispano.
Con
Franco, la Falange Española triunfó en la madre patria; con la
Falange, el Instituto triunfó en Berlín, decía el informe.
Y añadía que, en términos precisos, la Falange es una copia
del partido nazi (una copia al carbón, a tal grado que hacían una
traducción literal de los principios que el fascismo usa para sembrar las
semillas de la propaganda). Los técnicos nazis toman parte en estos
planes, explicaba, dirigiendo la parte política. Su trabajo en los
países latinoamericanos está orientado a la formación de
bloques sólidos de las masas hispanoparlantes, en un intento por alcanzar
lo que los nazis lograron con los que consideraban ‘camaradas de
sangre’ de los alemanes, denunciaba el informe, añadiendo que era
un fuerte iberoamericanismo practicado desde Berlín, y que la más
sencilla lectura del programa de la Falange nos advierte de esto.
No nos
crean lo que gritamos en la oscuridad, decía el histórico informe
citando los propios cálculos de los nazis, de que 22.000 hombres bien
disciplinados estaban listos para atacar, además de 8.000 alemanes del
partido nazi, 4.000 miembros del Frente de los Trabajadores Alemanes, 3.000
fascistas italianos, 15.000 falangistas, muchos otros de la Juventud Germano
Argentina y otros miles más afiliados a la Alianza Nacionalista
Argentina.
El
informe también afirmaba que en junio de 1939, durante la Conferencia
Panamericana de Lima, Von Faupel dio una disertación en la Academia
Alemana en Berlín, en la que dijo: “Una victoria de la
España fascista consolidará nuestras relaciones con
Latinoamérica, y representará un duro revés a la
política del buen vecino del presidente Roosevelt”.
La
contraseña de la política de Roosevelt del buen vecino era
“panamericanismo”, y a esto los nazis y la Falange le contrapusieron
un bloque latinoamericano basado en la ideología de la hispanidad.
Esta estrategia sale a relucir en lo que el informe citaba de Von Faupel, al
efecto de que la idea del panamericanismo es una invención poco
sólida, y que era necesario oponerle la idea de una América ibera.
Según el informe, Von Faupel afirmaba que las naciones de América
Central y del Sur estaban más cerca de España que de los
EU.
El
informe Taborda decía que la estancia de Von Faupel en España
sirvió, entre otras cosas, para fundar en mayo de 1938 un colegio nazi
para ciudadanos argentinos en San Sebastián, y que de allí
saldrían los futuros dirigentes fascistas que gobernarían a
Argentina. El informe también denunciaba que Von Faupel tenía una
escuela para falangistas iberoamericanos en Barcelona.
Otro
documento desclasificado de los EU es un informe de la inteligencia militar
canadiense sobre Argentina, del 23 de octubre de 1941. Citando a la
Comisión Taborda, dice: “Ya han venido saliendo bastantes pruebas
de que los nazis han estado muy activos en el Ejército argentino, el
cual, contando con un entrenamiento tradicionalmente alemán (en
referencia al servicio militar de Von Faupel en ese país—Ndr.), ha
probado ser un terreno fértil para la doctrina totalitaria.
“El
objetivo principal de la propaganda del Eje es evitar, hasta donde sea posible,
que cualquier nación entable relaciones estrechas (a) con Gran
Bretaña y (b) con los EU. Todos los demás objetivos, aun el de
mantener una actitud amistosa hacia Alemania, han quedado subordinados a esta
meta, la cual, por supuesto, sólo es una de corto plazo.
“Las
fases usuales que siguen los planes de la prensa nazi están
señaladas con claridad:
“1.
Establecer a Alemania y a las otras potencias del Eje como verdaderos amigos;
está cultivándose un fuerte espíritu nacionalista. Esto
tiene lugar al apoyar el desarrollo de todos los recursos nacionales que
tenderían a hacer independientes a las naciones.
“En
conexión con esto, hay un fuerte impulso hacia la creación de un
bloque latinoamericano que, permitiéndole a cada país mantener su
individualidad, unificaría la política exterior del continente
sureño y proporcionaría una protección segura contra el
imperialismo yanqui. Este impulso se vincularía a su vez con el
movimiento de hispanidad, inaugurado formalmente por España y
Portugal, pero obviamente dirigido por Alemania”.
En 1942
tanto Mussolini como Franco afirmaron la relación entre los nazis, los
fascistas italianos y la Falange Española (por si alguien tenía
dudas). El 30 de septiembre de 1942 Benito Mussolini dijo: “La gran unidad
del Eje incluye a nazis, fascistas y falangistas. Ya no existe distinción
alguna entre el fascismo, el nazismo y el falangismo”. El 7 de diciembre
de 1942, un año después del bombardeo japonés contra Pearl
Harbor, Franco le dijo a Hitler: “Muchas gracias a usted y al pueblo
alemán. Que vuestras armas triunfen en la gloriosa empresa de liberar a
Europa del terror bolchevique”.
La creación
nazi de la UNS
En 1999
apareció un libro de Héctor Hernández titulado The
Sinarquista Movement, With Special Reference to the Period 1934-1944 (El
movimiento sinarquista, con especial referencia al período de
1934–1944), y publicado en Londres. El principal propósito de este
libro —publicado justo antes de la elección del candidato del
Partido Acción Nacional (PAN), Vicente Fox, como Presidente de
México— fue el de contrarrestar las bien documentadas pruebas de
que la UNS fue una creación nazi, en colaboración con la Falange
Española, y que después de lo de Pearl Harbor y de la
declaración de guerra de México contra las potencias del Eje, la
UNS fue tomada por una facción imperialista angloamericana contraria a
Roosevelt actuando a través de las redes de los Dulles y de Buckley
asociadas con el cardenal Spellman y el obispo Fulton Sheen de los
EU.
Hernández
cita al Ministerio de Relaciones Exteriores británico, en un intento por
refutar las evaluaciones de la División de Inteligencia de la oficina del
jefe de Operaciones Navales de los EU y de la Oficina de Servicios
Estratégicos (OSS), así como la labor del Gobierno mexicano y de
los periodistas mexicanos y estadounidenses. Según Hernández, la
legación británica en México tenía la siguiente
evaluación:
“A
principios de año inició una campaña de prensa en los EU
contra el movimiento sinarquista de México, alegando que estaba inspirada
por fascistas y dirigida por la Iglesia romana. Había buenas razones para
pensar que estos ataques estaban basados en un informe exagerado pero inexacto
de la Oficina de Servicios Estratégicos de los EU, hospedada en la
embajada”. El Ministerio de Relaciones Exteriores británico
comentó que las agencias de inteligencia estadounidenses, en particular
la OSS, “demasiado a menudo tienden a creer lo que quieren creer, y ven
fuerzas siniestras por doquier”.
En un
reciente comunicado de prensa, el MSIA repitió como loro la línea
de los controladores británicos de Hernández, al decir que la
inteligencia sobre la UNS dada a conocer por el movimiento de LaRouche
está basada en “material de desinformación producido por la
Oficina de Inteligencia Naval para desinformar”.
A pesar
de todo, son abrumadoras las pruebas de que la UNS fue una continuación
del movimiento que inició la rebelión cristera en México
(1926–29), pero cuya constitución formal fue facilitada y dirigida
por conocidos nazis que trabajaban de la mano con la Falange Española, la
cual, a su vez, después colaboró con los japoneses.
Como
Hernández se ve obligado a admitir, ésta fue la versión
oficial, no sólo de los EU, sino también del Gobierno
mexicano.
Del lado
mexicano, el “Informe Confidencial A–3 sobre las actividades
alemanas en México” que Eduardo Villaseñor, subsecretario de
Finanzas y Crédito Público, le envió al presidente
Cárdenas el 13 de octubre de 1939, dice lo siguiente sobre la
UNS:
“Este
grupo fascista es el instrumento organizado y dirigido por los alemanes nazis
para dominar los estados de Querétaro y Guanajuato. Sus principales jefes
son españoles naturalizados mexicanos. Su liga con el fascismo
internacional se hace a través de un español llamado Tuero
que reside en Ciudad Juárez. Los sinarquistas están abundantemente
provistos de armas. Por el momento se ocupan sobre todo de luchar contra los
ejidatarios. En dos años los sinarquistas han asesinado a cerca de 600 en
el estado de Guanajuato y 400 en el de Querétaro.
“El
organizador de los sinarquistas es un alemán Schreiter que hasta
hace poco era profesor de lenguas vivas en la Universidad de
Guanajuato”.
Villaseñor
afirmaba que la estrategia de los sinarquistas era controlar Guanajuato y
Querétaro para rodear el Distrito Federal en virtud de su posición
estratégica, y permitir o impedir así el acceso al puerto de
Veracruz, hacia el sur a Guatemala, o hacia el norte del país.
Otro
documento del Gobierno mexicano del 23 de mayo de 1940, “El nazismo en
México”, informa bajo el subtítulo de “Relaciones con
los sinarquistas”:
“Todavía
en 1939 las relaciones entre el nazismo y el sinarquismo eran estrechas. El
hombre de enlace lo era el ‘profesor de idiomas’ Hellmuth Schreiter
de Guanajuato, líder y hombre de confianza nazi en el centro de la
república. En un saqueo que los comunistas de Guanajuato hicieron de las
oficinas sinarquistas, encontraron en los archivos de éstos una parte de
la correspondencia personal de Schreiter, que nosotros tuvimos después en
nuestras manos”.
Los EU
tenían la misma idea. Según un informe desclasificado emitido el
31 de octubre de 1941 por Harold P. Braman, agregado naval auxiliar de la
embajada de los EU en México: “Los sinarquistas mexicanos son un
grupo totalitario peligroso controlado por falangistas españoles y por la
Iglesia, con nazis que tiran de las cuerdas tras bambalinas. . . El
programa sinarquista, diseñado por falangistas, aspira a establecer un
Estado totalitario bajo el control de España, en el que México
formaría parte de un nuevo Imperio Español que estaría
dominado por Alemania”.
A
resultas de “una investigación intensa y cabal de los sinarquistas
en el estado de Guanajuato”, el informe documenta la participación
de nazis acreditados en la creación de la UNS y en su financiamiento
inicial:
“Encontramos
una fuerte y peligrosa afiliación nazi con los sinarquistas en todo el
estado de Guanajuato. Los principales alemanes ligados al movimiento, y quienes
pueden considerarse figuras poderosas tras bambalinas, son Oscar Hellmuth
Schreiter y Otto Gilbert.
“Como
documenta la referencia (a), Schreiter fue testigo del acta de sesiones de la
organización formal legal de la Unión Nacional Sinarquista en
León, Guanajuato, el 26 de mayo de 1937. Esto fue verificado de nuevo.
También un informante de fiar, quien figura como un vendedor y presunto
miembro de la Unión Sinarquista, asegura que cada centavo con que
contaron los sinarquistas en el primer año [de su fundación],
más o menos, vino directo de Schreiter, quien lo recibía de forma
periódica de manos de miembros influyentes de la colonia alemana en la
Ciudad de México. Se entiende que estos últimos (B–3)
obtuvieron los fondos directo de la legación alemana en la Ciudad de
México”.
Braman
informó que Schreiter arregló todo “para la fundación
y constitución de la Unión” por órdenes de
Berlín, y constató “en persona su constitución legal
en tanto grupo. . . Su esposa es pariente del gobernador del estado.
Él emite propaganda alemana de vez en cuando, y obtiene sus fondos de
operación de fuentes dudosas, parte de ellos por correo, de personas
ligadas a la firma alemana Beick–Felix en la Ciudad de
México.
“Schreiter
nació en Dresde, Alemania, el 18 de marzo de 1902. Llegó a
México por el puerto de Veracruz el 20 de agosto de 1923 a bordo del SS
Otto Hugo Stinnes, procedente de Hamburgo. Schreiter tiene la forma de
inmigración 14, no. 66315.
“En
agosto de 1943 Schreiter fue remitido a la Ciudad de México acusado de
ser un extranjero peligroso, pero después pudo regresar a Guanajuato. Por
alguna razón, regresó a la H.O. Schreiter. Ciudad de México
y las autoridades le ordenaron quedarse en la capital por tiempo
indefinido.
“Aunque
Schreiter está activo con los sinarquistas en la Ciudad de México,
pretende regresar a Guanajuato porque siente que sus actividades pueden
ocultarse con mayor facilidad y puede trabajar con mayor libertad ahí.
Los principales dirigentes de los sinarquistas, entre ellos Manuel Torres Bueno,
el actual dirigente nacional de los sinarquistas, están tratando de
granjearle el permiso para que regrese a Guanajuato. Schreiter es un
íntimo amigo personal de Torres Bueno, y dicen que ejerce gran influencia
sobre él, y que es la inspiración de la mayoría de los
adversarios de las Naciones Unidas (las naciones aliadas contra las potencias
del Eje), y de los discursos y actividades de Torres Bueno a favor de los
nazis.
“En
ausencia de Schreiter en Guanajuato, el principal agente nazi que opera dentro
de la organización sinarquista es Otto Gilbert. . . Él
nació en Berlín, Alemania, el 16 de febrero de 1887, e
ingresó a México por Veracruz en 1921. . . Gilbert tiene
la forma migratoria 14, no. 74208, emitida el 9 de Mayo de 1933.
“Gilbert
llevó al informante a una reunión de dirigentes sinarquistas en la
casa del cura Jesús García, en la ciudad de Guanajuato. Entre los
asistentes estuvieron Alfonso Echeverría, secretario de Educación
del estado de Guanajuato, y Alfonso Trueba Olivares, director de publicidad y
propaganda de la Unión Nacional Sinarquista”.
“Otras
figuras prominentes del movimiento en Guanajuato incluyen a Isaac Guzmán
Valdivia, un abogado que ahora es dirigente estatal, y Adolfo Maldonado, un
prominente funcionario del gobierno estatal cuando estaba organizándose
la Unión Sinarquista. Ambos fungieron como testigos, junto con Schreiter,
en la organización de los sinarquistas en León, en
1937”.
Además
de Schreiter y Gilbert, quienes conservaban su ciudadanía alemana, Braman
identificó a otros nazis en México que trabajaban con la UNS. En
Guanajuato estaban Otto Rosenhofer, y Jacob Kilian y sus dos hijos, Heriberto y
Ernesto; y Alejandro Holste, el doctor Otto Ritter de la Farmacia Principal y un
tal Juan Baumgarten de la Librería Alemana, quien distribuía
propaganda nazi, en la Ciudad de México. Se decía que Paul Reimers
era el contacto en Zacatecas, y Fritz Shuarz en San Luis Potosí. Otros
que varias fuentes mencionan son: Schwartz, Fritz, Carlos Goerner y Paul
Klennert en la Ciudad de México; Schmol en Averítaro; y Wilhelm
Pferdekamp, asesor de los falangistas en México.
En un
informe del 2 de febrero de 1944, Braman reconfirmó que Schreiter era un
nazi, y detalló la función del fascismo clerical: “Oscar
Hellmuth Schreiter y Otto Gilbert son agentes nazis importantes conectados con
organizaciones sinarquistas, y tienen su base en Guanajuato.
“Sucede. . .
que la Iglesia y los falangistas tienen un consejo conjunto de estrategia que,
por órdenes que vienen de España, jala las cuerdas de la
Unión. Berlín da las órdenes a España. . .
[La] Iglesia en México en estos momentos está trabajando en total
cooperación con los falangistas a los que apoyó en la Guerra Civil
española. Los Falangistas quieren un mundo hispano omnipotente que
trabaje de la mano con Alemania, y consideran a México como un terreno
fértil para la transformación de la España actual a los
días de la vieja España”.
Según
Braman, las siguientes personas están reconocidas de manera fehaciente
como miembros del grupo secreto del Consejo Falange–Iglesia en
México, llamado “Consejo de la Hispanidad”: Augusto
Ibáñez Serrano, agente secreto del general Franco; Alfonso Junco,
director del semanario de Acción Nacional (PAN), Nación, y
principal apóstol de la hispanidad en México; Manuel
Gómez Morín, fundador del PAN y director de Nación;
el lugarteniente de Serrano, Alejandro Quijano; Salvador Abascal, dirigente de
la UNS; José Vasconcelos, director de la revista pro nazi
Timón y probable subcomandante de la UNS.
Las
opiniones de José Vasconcelos a favor de los nazis y su apoyo a la UNS
quedaron aun más documentadas en otro informe del 18 de junio de 1941,
ahora desclasificado, de Josephus Daniels de la embajada de los EUA en
México: “El nombre de José Vasconcelos no aparece en la
junta editorial de Juventud Mexicana, pero ha de notarse que el
artículo principal es una contribución suya. Este artículo
bastante favorable a los nazis, titulado ‘La situación religiosa en
Alemania’, alega que no hay una persecución religiosa en esa
nación y que los principios nazis no son incompatibles con la libertad
religiosa. Vasconcelos es el periodista mexicano que era director de
Timón, suprimido por el Gobierno mexicano en junio del año
pasado por sus fuertes tendencias nazis, como recordará el Departamento,
y de quien ha habido el rumor de que estaba por crear una nueva
publicación a favor de los nazis”.
José
Vasconcelos fue ministro de Educación a principios de los 1920, tiempo en
el que aplicó políticas educativas que fueron atacadas por la
Iglesia y por los cristeros. En 1929 contendió por la Presidencia contra
Ortiz Rubio. La publicación de Timón fue suspendida tras la
expulsión de Arthur Dietrich, el director de propaganda nazi, en junio de
1939.
Este
Vasconcelos nazista elogiaba el sinarquismo diciendo que la mejor bandera que
pueden tener en sus manos los jóvenes mexicanos es la del
sinarquismo.
Braman
también informó que los principales asesores de la UNS eran
Salvador Trueba Olivares, José Trueba Olivares y Alfonso Trueba (quien
luego prefirió omitir el apellido Olivares, aunque es de la misma
familia). Alfonso gobernó el estado de Guanajuato y dirigió el
periódico de la UNS.
El
comité central estaba integrado por delegados nacionales nombrados por
Abascal. Entre ellos estaban René Capistrán del estado de
Guerrero, ex dirigente de la Asociación Católica de Jóvenes
Mexicanos (ACJM), de la Liga y de los cristeros, así como Feliciano
Manrique de Guanajuato.
Al 31 de
octubre de 1941, el dirigente regional de Guanajuato era Manuel Torres Bueno. El
director de noticias de El Sinarquista era Juan Ignacio
Padilla.
La
versión del autor mexicano Mario Gill sobre la formación de la UNS
es casi idéntica a la del informe del agregado naval de los EU. Gill
afirma que Schreiter formó un grupo llamado Centro Anticomunista, previo
a la creación de la UNS. El registro lo firmó el secretario
general del gobierno del estado, el licenciado Adolfo Maldonado, y el abogado
Isaac Guzmán Valdivia. El registro tuvo lugar el 13 de junio de 1936 en
la notaría del licenciado Manuel Villaseñor, en la ciudad de
Guanajuato.
No
obstante, debido a que las masas asociaban el anticomunismo con la
oposición a Cárdenas, quien era muy popular en 1936, Schreiter
entendió que semejante organización no tenía futuro.
Según Gill, discutió la situación con sus
discípulos, los hermanos José y Alfonso Trueba Olivares, Manuel
Torres Bueno, Manuel Zermeño, José Antonio Urquiza hijo (quien
acababa de regresar de España, donde combatió al lado de Franco
contra la república española) y otros, para transformar el Centro
Anticomunista en una nueva organización.
El 23 de
mayo de 1937 la UNS quedó formalmente constituida en la ciudad de
León, en una reunión de 137 personas en la calle Libertad 49. Los
15 fundadores clave son: el licenciado Manuel Zermeño Pérez,
Herculano Hernández Delgado, el licenciado Isaac G. Valdivia, el
licenciado Manuel Torres Bueno, Hellmuth Oskar Schreiter, Federico Heim,
Juvencio Carmona, Luis Reyes, Luis Belmont, Feliciano Manrique, Antonio
Martínez Aguayo, Javier Aguilera Bourroux, Rodrigo Moreno Zermeño,
José Trueba Olivares y Alfonso Trueba Olivares.
La otra
fuente que informa de la participación del nazi Hellmuth Schreiter en la
formación de la UNS es El Popular, el periódico de la
Confederación de los Trabajadores Mexicanos (CTM).
La
intervención jesuita
Según
la periodista Kirk, una de las primeras cosas que hizo el general Franco luego
de ganar la Guerra Civil española, fue devolverles todas las propiedades
a los jesuitas españoles, las cuales Carlos III les había
confiscado tras expulsarlos de España en 1767. Kirk dice: “No es
oficial, pero la orden jesuita de hecho constituye un poder independiente de la
Iglesia. Por desgracia, la mayoría de los miembros activos de los
jesuitas mexicanos son franquistas, y difunden de forma activa las influencias
de la Falange entre las organizaciones sociales católicas. . .
La mayor influencia falangista tiene efecto sobre la Acción
Católica mexicana y la Asociación Católica de
Jóvenes Mexicanos (ACJM)”.
La
personalidad jesuita determinante en este proceso fue Bernardo Bergöend,
quien nació en Francia en 1871 e ingresó a la
Compañía de Jesús a la edad de 18 años. La primera
vez que fue a México tenía 20 años, en 1891. Después
lo enviaron a España a estudiar “teología”, para luego
ser ordenado sacerdote en San Luis, Misurí, antes de regresar a
México, donde fue profesor de filosofía en el Instituto Jesuita de
Guadalajara.
En 1906
Bergöend organizó la práctica de ejercicios espirituales
entre los trabajadores en Guadalajara, y entró en contacto con miembros
de los Operarios Guadalupanos, una organización creada en 1905. En 1913
creó la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos
(ACJM). El futuro cabecilla de los cristeros, René Capistrán
Garza, fue presidente de la ACJM en 1917. En 1925, Bergöend delineó
el plan de la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa. La dirigencia de
la ACJM, incluyendo a René Capistrán, devino en la dirigencia de
la Liga. La Unión Popular, o la “U”, dirigida por el ahora
beatificado Anacleto González Flores, también se unió a la
Liga, de donde saldrían los caudillos de los cristeros. El padre de
Salvador Abascal, el jefe más militante de la UNS, fue un miembro
destacado de la Unión Popular. Según el informe de Harold Braman
del 31 de octubre de 1941, Capistrán Garza fue luego miembro del
comité central de la UNS.
Tras la
rebelión cristera, Bergöend fundó la Liga de la O,
también conocida como la OCA
(Organización–Cooperación–Acción), que luego
devino en La Base, una organización secreta más tarde conocida
como el Consejo Falange–Iglesia o el Consejo de la Hispanidad. La UNS y el
PAN eran secciones de La Base. La sección de los trabajadores la
integraron los Operarios Guadalupanos controlados por Antonio Santacruz, quien
luego sería jefe de La Base.
La ACJM
seguiría siendo el semillero principal para reclutar a la dirigencia de
diversas organizaciones controladas por La Base. Según el sitio
electrónico de la ACJM, al término de la rebelión cristera
en 1929, Bergöend hizo varias modificaciones a los estatutos de la ACJM
para integrarla a la Acción Católica mexicana el 25 de diciembre
de 1929, de modo que no quedara desarticulada por el fin de la guerra.
Siguió asesorando a la ACJM hasta 1940. Según Mario Gill,
Bergöend estuvo entre los jesuitas que asesoraban a la UNS hasta su muerte
en 1943.
El
impacto de los jesuitas también puede verse de manera directa en su
efecto sobre la identidad y el sentido de misión de Salvador Abascal.
Abascal creía ser la encarnación de san Ignacio de Loyola, el
fundador de la Compañía de Jesús (de los jesuitas). Es
más, aseguraba que veía su esfuerzo de establecer una colonia
sinarquista en Baja California como una renovación del trabajo de los
misioneros interrumpido por los masones, y desde luego por la Revolución,
con la expulsión de los jesuitas en 1767. Abascal decía que la
verdadera grandeza de María Auxiliadora residía en la
continuación del trabajo misionero interrumpido por la masonería
de una forma perversa, es decir, por la Revolución, con la
expulsión de los jesuitas en 1767, una fecha que marcaba, según
él, el verdadero origen de la Revolución Mexicana, a la que
consideraba como una rama y un subproducto de la revolución
global.
El hecho
de que el sinarquismo en un principio fue creado tras el Tratado de París
de 1763 por la secta martinista francesa instaurada por la francmasonería
británica, y de que el general al que reclutaron para dirigir la
rebelión cristera, Enrique Gorostieta y Velarde, era un masón,
hacen que los ataques de Abascal y otros sinarquistas contra la
francmasonería queden al descubierto como la hipocresía mentirosa
que son. Lo que Abascal y otros en realidad no querían no era la
francmasonería, pues ellos mismos eran una secta francmasónica;
más bien eran contrarios a la facción de la francmasonería
encabezada por los fundadores de la Revolución Americana, como
Benjamín Franklin, quien era enemigo de la facción
británica que creó el sinarquismo. El embajador de los EU en
México, Joel Poinsett, quien estableció logias masónicas en
México en 1822, representaba a esta facción antibritánica,
como también el conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla en
España, quien supervisó la expulsión de los jesuitas que
ordenó Carlos III en 1767.
Según
Gill, el segundo jesuita mas influyente en la historia de la UNS fue el padre
Eduardo Iglesias, quien fue mentor del Comité Nacional de la UNS
después de Bergöend. Iglesias, quien fue jefe de los jesuitas en
México, visitaba a los dirigentes de la UNS al menos una vez por semana
en la casa del ingeniero Vazagoiti, y dictaba las normas a seguir.
En 1944,
dice Gill, la política de la Compañía de Jesús era
dirigir toda la oposición al régimen revolucionario. Iglesias,
asesor de La Base, era confesor de los abogados Manuel Torres Bueno y Manuel
Gómez Morín, los respectivos jefes de la UNS y Acción
Nacional. También tenía una columna sobre política en El
Sinarquista.
La
conclusión de Gill es que, en su primer año, la UNS era una
organización 100% fascista. Sin embargo, el nazi Schreiter, quien
había creado la UNS, a la larga fue desplazado por el padre Iglesias, y
la organización fue convertida, de manera gradual, en un instrumento al
servicio del fascismo clerical.
Aunque
los jesuitas eran la orden religiosa públicamente más implicada en
la dirección de la UNS y del PAN, uno no puede pasar por alto el hecho de
que los benedictinos también estaban muy activos tras bambalinas, y que
ayudaron a encubrir las conexiones nazis de la UNS. Jean Meyer, quien
escribió el libro Sinarquismo: ¿un fascismo mexicano? en un
verdadero esfuerzo por reivindicar a la UNS, fue entrenado por los Benedictinos.
Otro libro por el estilo, publicado en febrero de 1943 con el título de
Sinarquismo: La esperanza de los pobres de México, fue escrito por
el padre Alcuin Heibel, un sacerdote Benedictino radicado en los EU.
Un
documento desclasificado de la inteligencia estadounidense informa el 24 de
octubre de 1943 que la Aduana de los EU interceptó de manos de otro
sacerdote benedictino, el padre Lambert Dehner, una carta dirigida a Heibel. La
carta proponía enviar a varios sacerdotes benedictinos a México
para “tomar todas las escuelas de la Ciudad de México”. El
informe continúa, en referencia a Heibel: “Los informes son que
Heibel es un reverendo padre que antes estaba en la Mt. Angel College, St.
Benedict, Oregón. . . Se informa que en agosto de 1943 dio
algunas charlas sobre sinarquismo en Kansas City, y que la universidad de St.
Benedict en Atchison, Kansas, otorgó seis becas completas y seis
parciales a jóvenes varones que ya eran o estaban por ser dirigentes del
sinarquismo”.
La rebelión
cristera y la UNS
Contrario
a los que, como Marivilia Carrasco del MSIA, argumentan que no existe
conexión alguna entre los cristeros y la UNS, la realidad es que los
cristeros fueron creados por los mismos sinarquistas que luego crearon la UNS
con ayuda de los nazis. La dirigencia de la UNS declaró de forma
explícita que su inspiración vino de la cristiada. Juan
Ignacio Padilla escribió que la rebelión cristera, con todas sus
fallas y su fracaso, no deja de representar el momento más bello y
esplendoroso del catolicismo en México, y la explosión de fe
más asombrosa de nuestro pueblo, pues defendía a capa y espada la
bandera de nuestra resistencia porfiada contra los enemigos de nuestras
libertades, y constituye el antecedente glorioso del sinarquismo.
Otro
documento de la UNS dice que, en cuanto a estilo, en cuanto a la forma de ser y
de vivir, la Unión Popular, la “revolución cristera” y
el sinarquismo, son una y la misma cosa.
Monseñor
Plascencia y Moreira, obispo de Zacatecas, describía al sinarquismo como
un movimiento político con las mismas tendencias de la Liga Nacional
Defensa de la Libertad Religiosa, y que la única diferencia era que el
sinarquismo no hablaba a la hora del movimiento armado, aunque las tendencias
eran las mismas.
Según
Hernández, la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa, que
había establecido las bases de la rebelión cristera de
1926–29, desapareció en 1932; sin embargo, algunos miembros de la
Liga y ex cristeros volvieron a las armas en 1933–34. En remplazo de la
Liga, en 1934 nació la organización secreta Legión, cuyos
miembros fueron entrenados en las congregaciones de la Santa Virgen bajo la
dirección de Antonio Santacruz. Hernández, quien no menciona a
Bergöend, alega que Manuel Romo de Alba, un maestro de Guadalajara,
fundó la Legión en 1934. Al principio hubo dos facciones dirigidas
por Santacruz y Romo de Alba, respectivamente. La Legión nació en
Jalisco, que fue el centro de la rebelión cristera, pero adquirió
sus características principales en Querétaro. Varios de sus
dirigentes más activos venían de Querétaro, entre ellos
Gonzalo Campos y José Antonio Urquiza. Campos presidió la ACJM,
que reanudó sus actividades bajo la dirección de Bergöend
luego de la rebelión cristera.
La
Legión recibió la bendición del delegado apostólico,
el arzobispo Leopoldo Ruiz y Flores, y del episcopado de la Iglesia
católica, presidido por el arzobispo Pascual Díaz. La estructura
que adoptó fue la de la célula, de modo que cada grupo local
permanecía en secreto para todos los demás. La Legión
tenía un dirigente nacional con nueve subordinados, y tenía
reuniones cada semana. Al principio contó con diez secciones. Más
tarde aparecería la sección undécima, la de la
UNS.
En El
Universal aparecían artículos a favor de la Legión
escritos bajo el seudónimo de Oscar Calderón Álvarez (cuyas
iniciales, O.C.A., eran las de
Organización–Cooperación–Acción).
Monseñor
Ruiz y Flores sugirió que los jesuitas tomaran a su cargo la
dirección de la Legión. A fines de 1934 apareció la
organización llamada “La Base”. En esencia, ésta era
una Legión reestructurada, con la propia Legión como
núcleo.
Luis
María Martínez fue nombrado arzobispo de México el 20 de
febrero de 1937, y representante activo del Vaticano el 9 de agosto del mismo
año, tras la muerte de Díaz y la renuncia de Ruiz y Flores. La UNS
fue fundada en 1937 en la ciudad de León, Guanajuato, cuando
Martínez estaba en la cúspide de su poder.
Según
Hernández, todos los futuros dirigentes de la UNS pertenecieron a la
Legión en 1935, pero admitían que llevaban un año de
existir. La lista incluye a José Trueba Olivares, Manuel Zermeño y
Pérez, Salvador Abascal y Juan Ignacio Padilla.
En 1934
tres jefes de división destacaban: Gonzalo Campos de Querétaro,
José Antonio Urquiza de Guanajuato y Antonio Santacruz de la Ciudad de
México. Manuel Romo, el fundador, fue remplazado por Julián Malo
Juvera a principios de 1935. Gonzalo Campos, dirigente de la división de
Michoacán, tomó el lugar de Juvera en septiembre de 1937.
Él provenía de una familia de ricos hacendados. Fue agente
diocesano de la ACJM y coordinador del trabajo de preparación del
movimiento sinarquista. Salvador Abascal alegaba que la UNS fue obra de los
dirigentes secretos de la Legión, en especial de Juvera y
Campos.
Urquiza,
de la división de Guanajuato, como muchos otros dirigentes de La Base y
más tarde la UNS, era hijo de un rico hacendado. En septiembre de 1937
viajó a Washington, acompañado de su hermano y de Abascal, a
reunirse con obispos estadounidenses, en particular con monseñor John J.
Burke, secretario general de la Conferencia Católica Nacional de
Bienestar de los EU, para hablar de la Legión y del movimiento
sinarquista. Fue monseñor Burke quien estuvo involucrado en las
negociaciones para terminar la rebelión cristera en los 1920. Aunque
desconocemos la reacción de Burke, el hecho de que sinarquistas
importantes hayan tenido una reunión con él acabada de fundar la
UNS, indica la influencia, para bien o para mal, que ejercían las
diversas facciones de la Iglesia católica de los EU sobre los
acontecimientos políticos de México.
Antonio
Santacruz también pertenecía a una familia pudiente, que
apoyó al dictador mexicano Porfirio Díaz. Él tuvo las
riendas de La Base y de la UNS de 1939 a 1944. Él era el poder
detrás de Felipe Coria, el jefe de La Base de 1939 a 1940, cuando
tomó su dirigencia. Fue presidente de las congregaciones de la Santa
Virgen, y estaba en contacto con la jerarquía de la Iglesia, incluido
Luis María Martínez, el arzobispo de México, y los
jesuitas, en particular el padre Iglesias, posterior consejero espiritual de La
Base.
Hubo una
reunión nacional secreta en mayo de 1937, en la que Urquiza pidió
la creación de la UNS en Guanajuato. Dijo que ya existía un grupo
llamado el “Grupo de León”, que llevaba activo unas cuantas
semanas.
Hernández
dijo que el nombre era una sugerencia de Ceferino Sánchez, dirigente de
la división de San Luis Potosí. Sánchez dijo que
debía llamarse sinarquismo, porque la palabra viene del griego syn
(con), y de arje (autoridad, orden), que quiere decir “con
orden”, dizque lo contrario de la anarquía. El nombre de
Unión Nacional Sinarquista lo propuso Abascal.
Las raíces
internacionales del sinarquismo
La idea
de que el sinarquismo era sólo un fenómeno mexicano obra de
algún dirigente regional, es un encubrimiento total. Aun Hernández
se ve obligado a informar que en 1915 un ingeniero llamado Tomás Rosales
publicó un volante titulado El gobierno de mañana:
República Social Sinárquica, que presentó a la Sociedad
Mexicana de Geografía y Estadística. Esto indica que aun antes de
la rebelión cristera, 22 años antes de la creación de la
UNS, la idea del sinarquismo ya estaba presente en México.
Esta
historia encubierta quedó hecha añicos en México, cuando el
17 de abril de 1942, según informa Kirk, United Press divulgó un
reportaje desde Vichy, Francia, de que la marioneta francesa de Hitler, Pierre
Laval, escogería como su ministro del Trabajo a Hubert La Gardelle o a
Leroy–Ladurie, jefe del grupo sinarquista en Francia. Julio De Kook, ex
director de la Oficina de Estudios Económicos y Sociales de la
Confederación Belga del Trabajo, le dijo a El Popular que el
primer jefe de los sinarquistas franceses fue un reaccionario llamado Coutrot,
quien se suicidó. Leroy–Ladurie encabezó los sindicatos
agrarios, así como también los de los sinarquistas. Y dijo que el
sinarquismo francés apareció en junio de 1940 en la zona ocupada
por los nazis, bajo influencia directa de éstos.
En un
documento desclasificado de los EU del 22 de abril de 1942, Raleigh A. Gibson,
primer secretario de la embajada de los EU en México, le envió al
secretario de Estado de su nación una traducción al inglés
de un editorial de El Popular del 21 de abril de 1942, que en parte
decía que los sinarquistas franceses trabaron una furiosa lucha contra la
democracia francesa y europea; que los de México organizaron el combate
contra la democracia mexicana y continental; que a los sinarquistas franceses
los adoptó Abetz, el embajador de Hitler en Francia; que los sinarquistas
mexicanos fueron reclutados, nombrados, educados y dirigidos por agentes nazis
en México, y por directivos de la Falange que trabajan de forma ilegal
entre nosotros. Y esto es tan patente, tan concluyente, decía el
editorial, que elimina la necesidad de contar con pruebas concretas de la
conexión orgánica entre ellos. La prueba fundamental es que el
sinarquismo no es un producto único y exclusivo de México, como
sus dirigentes falsamente argumentan, pues este sinarquismo, incluso con el
mismo nombre, existe en otras partes del mundo, y es un movimiento internacional
formado por aquellos sujetos a las órdenes supremas de Hitler,
concluía.
Con todo
lo explosivo que fue este informe en México entonces, la verdad es que el
sinarquismo lo creó la facción martinista de la
francmasonería británica tras el Tratado de París de 1763.
Los propios nazis eran una secta sinarquista, y las potencias del Eje una
internacional sinarquista.
Según
Hernández, Urquiza solicitó autorización para realizar la
primera reunión fundadora de la UNS el 23 de mayo de 1937 en León.
Abascal dijo que Malo Juvera quería que él encabezara la UNS. Pero
cuando se reunió con los fundadores del Grupo de León, Manuel
Zermeño y Pérez, José Trueba Olivares y Urquiza, la tarde
del 23 en el Hotel Condesa en León, sus desacuerdos con ellos forzaron a
Abascal a declinar de la posición de conducción. A consecuencia de
esto, no asistió a la reunión de fundación. En su ausencia,
formaron una comisión organizadora con Trueba Olivares como presidente,
Rubén Mendoza de secretario, y Francisco Ornelas como
tesorero.
Pero es
obvio que esto es un cuento de encubrimiento, como pronto deja claro el hecho de
que Hernández intenta luego desacreditar la prueba de que la UNS fue
urdida por los nazis como parte de una conspiración subversiva. Trata de
refutar a Mario Gill, quien, según dice, informa que Oscar Hellmuth
Schreiter, un profesor de idiomas en el Colegio de Guanajuato, se reunió
con sus discípulos —Zermeño, los hermanos Trueba Olivares y
Urquiza— para formar la UNS. Hernández dice que Gill alega que
Urquiza acababa de llegar de España, donde había peleado del lado
nacionalista contra la república, y tenía la capacidad de
proporcionar información acerca de la organización de la Falange y
el partido fascista italiano, añadiendo que Schreiter podría haber
contribuido con información del Partido Nacional Socialista.
Hernández
alega que el único vínculo entre el movimiento sinarquista y
Schreiter era Manuel Torres Bueno (futuro dirigente nacional de la UNS).
Éste fue profesor de filosofía en la escuela donde Schreiter daba
clases de alemán, dice Hernández, señalando que luego
sería abogado de Schreiter en cuestiones no políticas.
Según él, estos contactos fortuitos y casuales entre estos dos
hombres no representaban una afinidad ideológica, y no había
pruebas de que Schreiter haya tenido influencia alguna sobre los orígenes
del sinarquismo.
En 1944
Torres Bueno escribió que, en cuanto a las pruebas mencionadas como
documento legal el 25 de septiembre de 1938 en Guanajuato, mismo que Schreiter y
Torres Bueno —como su abogado— firmaron para demostrar la
conexión de Schreiter con el sinarquismo, en 1938 la guerra aún no
comenzaba ni había Organización de las Naciones Unidas, y que
nuestro país tenía relaciones amistosas con Alemania. Así,
dice Torres Bueno, Maldonado, Schreiter e Isaac Guzmán Valvidia fundaron
el Centro Anticomunista en la ciudad de Guanajuato, algo que dizque era
completamente diferente del sinarquismo, que según él fue fundado
en 1937 por estudiantes católicos en León.
Carece de
importancia que Hernández omita toda referencia al registro formal de la
UNS, del que Schreiter fue testigo oficial. Sin embargo, aunque niega la
conexión nazi, Hernández protesta demasiado y suelta más
pruebas. Informa que Torres Bueno admitía que Isaac Guzmán
Valdivia, quien fundó el Centro Anticomunista en Guanajuato junto con
Schreiter y Adolfo Maldonado (entonces secretario de gobierno del estado de
Guanajuato), era un colaborador frecuente de El Sinarquista, el
periódico oficial de la UNS. Hernández también dice que
Abascal, quien murió en el 2000, confirmó la participación
de Valdivia como colaborador de El Sinarquista en una entrevista que dio
en agosto de 1987.
La
colaboración nazi–comunista
En el
período del pacto que Hitler y Stalin firmaron el 23 de agosto de 1939, y
que no fue anulado sino hasta el 22 de junio de 1941, cuando Alemania
invadió Rusia, hubo una intensa colaboración entre los nazis y los
comunistas en México. Kirk informa que a fines de 1940 los comunistas y
los falangistas firmaron un pacto en Barcelona. El informe del agregado naval
del 9 de abril de 1940 sobre el asunto de México, Alemania y Rusia
dice:
“Hay
informes de que agentes comunistas y nazis están trabajando de forma
activa, hombro con hombro, en todos los grupos sindicales, para generar
agitación en contra de los EU, fomentar desórdenes civiles y ganar
el control ideológico de México.
“Los
supuestos propósitos de sus actividades son:
“1.
Fomentar una guerra civil para:
“a)
asegurarle el control político de México al eje
Berlín–Moscú;
“b)
usar a México como base de operaciones contra los aliados y los EU,
cuando los EU entren en el conflicto europeo; y
“c)
usar a México como base para emprender una mayor penetración
ideológica de Latinoamérica, y para la difusión de
propaganda antiestadounidense.
“2.
Pretender distraer a los EU de la situación en Europa y evitar que entren
en el conflicto mediante la agitación y la guerra civil. El 1(b)
entraría en vigor si el 2 fallara. Esto es, hasta donde concierne a los
EU.
“La
técnica:
“Los
agentes alemanes han infiltrado a varias organizaciones que apoyan a
Almazán. (Un informe desclasificado del FBI del 11 de enero de 1941 dice
que J.A. Almazán, quien contendió contra Ávila Camacho por
la Presidencia de México, hizo una donación al partido nazi.
‘Su donación de 10.000 pesos el 4 de abril de 1940, al parecer fue
para realizar actividades nazis en su campaña’).
“Los
agentes rusos han infiltrado a varias organizaciones que apoyan a Ávila
Camacho, tales como el PRM, la CTM, la CNC, el Partido Comunista,
etc.
“Ellos
son las células de la agitación, de la violencia, de los que
incitan a tomar medidas extremas, etc. en los dos bandos.
“Se
dice que los agentes comunistas son los responsables de organizar la
campaña estadounidense que ahora están creando por toda la
nación los grupos favorables al gobierno, como resultado de la nota
estadounidense que solicita el arbitraje de la controversia
petrolera.
“Lo
importante:
“Los
agentes rusos y alemanes, aunque están en bandos políticos
mexicanos contrarios, no están en oposición. Ellos actúan
en perfecta colaboración y cooperación. El suyo es un sólo
objetivo de revolución armada en México, de medidas contra los EU,
del control político de México.
“Su
información, sus recursos y su personal los aglutina este esfuerzo
único.
“El
comentario: ‘En varias ocasiones he informado que hay una tendencia muy
fuerte en los círculos del Gobierno mexicano y en varios grupos
políticos tales como ‘Acción Nacional’, a desarrollar
un latinoamericanismo en oposición a un panamericanismo, como un arma
para adversar a los EU. . . El agregado de nuevo quiere recalcar este
asunto, pues sin duda tendrá un peso en el desarrollo futuro de la
política del buen vecino’ ”.
Vicente
Lombardo Toledano, uno de los principales dirigentes sindicales de
México, quien visitó la Unión Soviética en 1935 y
tuvo una influencia comunista, fue remplazado por Fidel Velásquez como
secretario general de la CTM el 25 de febrero de 1941. Su remplazo vino a
consecuencia de que el Gobierno mexicano estaba por llegar a un acuerdo con los
EU. El 19 de noviembre de 1941, 17 días antes del ataque japonés
contra Pearl Harbor, el acuerdo de buena vecindad fue firmado,
estableciéndose un marco para resolver el problema del petróleo.
La alianza nazi–comunista para denunciar a los EU y a Gran Bretaña
como “matones imperialistas” quedó rebasada.
Tras la
invasión nazi de Rusia hubo un cambio definido de la política
comunista. Un documento desclasificado del agregado naval auxiliar
estadounidense Earl S. Piper del 11 de septiembre de 1941, informa: “Como
lo establece el informe confidencial del agregado naval en México del 17
de julio de 1941, con número de serie 360, se cree que desde el estallido
de la guerra entre Alemania y Rusia los comunistas como grupo han roto de forma
definitiva con los nazis en tanto grupo. Por supuesto, es probable que unos
cuantos comunistas individuales sigan trabajando aquí para los
nazis”.
Por
ejemplo, según Alan Chase, Lombardo Toledano, el jefe de la
Confederación de Trabajadores de América Latina, que era
“contraria al Eje”, resumió las aspiraciones del Eje en
México en un discurso que dio un mes antes de lo de Pearl Harbor
—es decir, luego de la invasión nazi de Rusia—, en el que
identificó las intenciones bélicas del Eje en
México:
“1.
Usar a México como la base de espionaje nazi más cercana a los
EU.
“2.
Usar nuestro país como fuente de materias primas para su
guerra.
“3.
Hacer de México un centro de actos organizados de sabotaje contra los EU,
así como también contra nuestras propias exportaciones
comerciales, de modo que no podamos ayudar a los países que combaten al
Eje.
“4.
Establecer un centro de provocación fascista contra los EU, distrayendo
así su atención de Europa y de otros escenarios de
guerra.
“5.
Asegurar un centro desde el cual pueda distribuirse propaganda fascista a toda
Latinoamérica.
“6.
Instigar provocaciones contra el Gobierno de México desde dentro de
nuestro propio país, de modo que el gobierno tenga que responder con
medidas restrictivas. Al final, esas medidas serán usadas para
desacreditar al régimen actual de México, y contra la democracia
dentro y fuera de nuestro país”.
En su
informe del 31 de octubre de 1941, ahora desclasificado, Harold Braman
escribió que “Vicente Lombardo Toledano ha pronunciado discursos
muy eficaces contra los sinarquistas y Acción Nacional. De hecho, parece
encabezar cualquier contramovimiento que pueda haber”. Como un ex
colaborador de los fascistas durante el pacto de Hitler y Stalin, es claro que
Lombardo Toledano estaba en la mejor posición de conocer las intenciones
de las potencias del Eje.
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